lunes, 16 de marzo de 2009

a.i.r. -artists in residence, por Clara Gassiot

Las residencias para artistas son un fenomeno desconocido por aquellas personas no involucradas en el mundo del arte de forma más directa. Sin embargo, constituyen un universo lleno de vida y movimiento, permitiendo a los artistas vivir y trabajar en un lugar distinto donde su inspiración fluya para dar rienda suelta a la creatividad.
Una de las webs mas completas que aglutina oportunidades, reflexiones y otras informaciones de interés es
www.transartists.nl

Durante tres meses y medio, el pasado verano, tuve la oportunidad de vivir en primera persona una experiencia del género en Holanda. Tres casas deshabitadas que iban a ser derruídas en septiembre fueron cedidas para el proyecto. En ellas, artistas de Holanda, Bélgica, Italia y Australia permanecieron y/o trabajaron de uno a tres meses. Sin embargo, mi participación fue distinta al resto de los inquilinos. Mientras ellos eran - o se proclamaban - artistas, para mí fue una oportunidad repentina de adquirir experiencia en el campo de la gestión cultural. Así pues, pude observar desde dentro, y a la vez desde fuera, como la vida se desarrollaba en aquel ambiente de temporalidad creativa.

Dos de las viviendas eran residencia y taller, mientras que la tercera se reservaba para proyectos que guardasen cierta relacion con el entorno, entendido como el espacio ofrecido directamente por la casa o bien el barrio en proceso de transformación que nos rodeaba. Al final de cada mes se hacia un paréntesis en el proceso para presentar los trabajos a un público que desde un principio demostró ser ciertamente minoritario.

Pero, aun habiendo delimitado claramente los espacios de residencia y trabajo, pronto la totalidad de las casas acabó sucumbiendo - o, más bien, siendo absorbida - por aquel torbellino de arte pasajero que no hizo más que aumentar a medida que pasaban los días. Las manifestaciones creativas empezaron por surgir con cautela en rincones escondidos de la cocina, y fueron desarrollandose - a menudo bajo la protección de la noche - hasta cubrir la mayoría de puertas y paredes de la vivienda. Incluso la casita del perro que no teníamos desapareció una tarde ante la aturdida incomprensión de todos, para dejarse ver días más tarde integrada en una de las obras de cierta artista a la que – debido a sus inusitados horarios - no habíamos tenido oportunidad de conocer.

No obstante, aquella sensación de incertidumbre fue la nota constante en aquel universo de impermanencia. Las creaciones que florecieron entre aquellas paredes fueron descubiertas con asombro por artistas, visitantes, antiguos inquilinos de la casa, e incluso los que allí habíamos habitado durante todas aquellas semanas, ajenos a las extravagantes formas que adquiría la inspiración en la habitación de al lado.
Clara Gassiot Riu es licenciada en Publicidad y Relaciones Públicas por la Universitat Autònoma de Barcelona y postgraduada en Producción y Comunicación Cultural por la Universitat Ramon Llull. Actualmente trabaja en Holanda colaborando con varias instituciones culturales.
Con esta entrada, Lo que esconde el aguayo se abre a experiencias de otros gestores culturales con el objetivo de convertirse en un espacio de divulgación y debate entorno a la gestión cultural y a la cooperación. Los artículos pueden enviarse al correo del blog. Serán bienvenidas todas las aportaciones que quieran mostrar o reflexionar acerca de la profesión.

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