Durante el pasado mes de marzo se exhibió en La Paz la obra de Raquel Schwartz dentro de la programación que la Oficialía Mayor de Culturas del Gobierno Municipal está llevando a cabo este año con motivo de la Capitalidad Iberoamericana de las Culturas.
Dejando a un lado que todavía se estaba montando la obra cuando pasaba una hora de la inauguración, fue gratificante encontrarse con una instalación visual contemporánea de una artista boliviana (aunque formada en California y Haifa) donde no asomaba el indigenismo, tan en boga actualmente entre las tendencias artísticas del país.
'Sin Título' está formada por varias telas oscuras tejidas a mano con cintas de cassettes usadas que de lejos asemejan a enormes viejos mantones, algo que adquiere significado a medida que uno se va acercando y descubre la naturaleza del material.
No es por azar que las cintas que se han utilizado para tejer estas enormes bufandas sean usadas. Por un lado, al tratarse de cassette, -algo anterior al cd, al dvd, al mp3 y a todas las nuevas formas de almacenar sonidos que han ido apareciendo-, nos remite al pasado. Las conversaciones grabadas que no podemos escuchar implican el peso de las muchas palabras que pronunciamos a lo largo de la vida. Palabras convertidas en mantones que pesan encima de los hombros.
La obra de Raquel Schwartz es un tributo a la vejez, a las vidas ancianas con largos pasados, con largas conversaciones entretejidas, mezcladas y finalmente olvidadas que conforman la memoria de las menudencias. Memoria a veces pisada, como hacían los camareros que servían el cóctel de la inauguración.
El espacio expositivo merece capítulo aparte pues se trataba del antiguo concesionario de vehículos Chevrolet, al lado de la estación de servicio Kantutani en Sopocachi. Espacio que, más allá de vaciarlo de coches, no ha sufrido ninguna otra transformación, pues incluso las letras de la marca siguen colgadas en la entrada. La iniciativa tuvo buena acogida pero no ha tenido continuidad y el hecho que un mes después de finalizar esta instalación la concesionaria siga pareciendo un negocio abandonado lo convierte un experimento con éxito pero sin vistas de futuro.