domingo, 3 de mayo de 2009

Teatro del Duende

Durante la última quincena de abril se han celebrado simultáneamente en Bolivia dos festivales de teatro. El primero en Santa Cruz de la Sierra del 16 al 26 de abril y el segundo intitulado Escénica y creado a propósito para el año del Bicentenario del 16 al 30 de abril en La Paz. Para que haya participación internacional, las organizaciones de ambos festivales piden a las embajadas una importante colaboración logística y sobretodo económica para que haya representación de compañías de sus respectivos países. Por parte de España estaba comprometida la participación de dos compañías pero, debido a la vorágine de la crisis que se presentó en forma de importante recorte presupuestario de última hora, finalmente solo vino Teatro del Duende con una obra de la dramaturga francesa Denise Chalem, Dile a mi hija que me fui de viaje dirigida por Jesús Salgado.
Esta pieza, Premio Molière en el 2005, describe la vida de dos presas de orígenes opuestos que comparten celda. En parte debido al tema y a que también la cooperación cultural quería llegar a más públicos, una de las representaciones se hizo en el Centro de Orientación Femenino de Obrajes o, lo que es lo mismo, una de las dos cárceles de mujeres que hay en La Paz. Es importante recalcar aquí que esta cárcel boliviana no tiene nada en común con las españolas y menos todavía con las que nos tiene acostumbrados la televisión y el cine norteamericano. Obrajes es una pequeña comuna de mujeres. Sin rejas, sin apenas guardias, con sus puestos de refrescos, golosinas y fruta, con sus transacciones comerciales, con alquiler y venta de tiendecitas. En apariencia y si no se escuchan las historias de las presas, aquello puede ser cualquier cosa, menos una cárcel. La obra se representó en la cancha, donde la situación y el entorno de las presas reales chocaba con la de las ficticias. Sin embargo, sus historias eran las mismas. Fue especialmente emotivo para las actrices –Marta Belaustegui, Marina Martínez Andina y Cristina González Goyanes- interpretar su papel en este recinto, pues, aunque se habían documentado y habían visitado una cárcel española para trabajar sus personajes, era la primera vez que actuaban físicamente dentro del marco de la obra.
Un día antes se había presentado en el Teatro Municipal, de donde recogieron críticas dispares. Por un lado se alabó la interpretación de Marina Andina, aunque bajo el nombre de María José Goyanes, quien estaba prevista en un principio pero que finalmente no viajó a Bolivia por problemas de agenda. Y por otro lado se tildó el texto de superficial debido, seguramente, a que no se trata de una obra de denuncia social (algo que hubiera, quizá, gustado más a la crítica y al mundo teatral andino) sino de una visión postmoderna más propensa a mostrar que a denunciar.

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